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Experiencia 3

“Objetos que no recuerdo haber perdido”

Serie fotográfica sobre la reconstrucción del recuerdo

Hay objetos que desaparecen sin hacerlo del todo.
Permanecen suspendidos en algún lugar incierto, entre la materia y el recuerdo, esperando que alguien vuelva a tropezar con ellos. Este proyecto nace precisamente de ese gesto involuntario: el encuentro con lo perdido.

No se trata de guardar ni de conservar, sino de volver a mirar aquello que un día dejamos atrás. Un vestido, un juguete, una fotografía dañada, un fragmento de vida que parecía haber quedado fuera del tiempo.
Cuando reaparecen —a veces en una caja olvidada, en un cajón, o en una imagen velada por los años— algo se activa dentro de nosotros. El objeto nos recuerda. Y ese reconocimiento no ocurre solo en la mente, sino también en el cuerpo: una sensación que mezcla tristeza, ternura y una forma extraña de felicidad. Ese instante donde el pasado irrumpe en el presente sin aviso, donde lo cotidiano adquiere una densidad emocional inesperada.
El objeto perdido, al ser reencontrado, deja de ser una cosa. Se convierte en un puente entre tiempos. En un eco que nos atraviesa.
Por eso, en este trabajo, las imágenes no son solo reconstrucciones visuales: son intentos de restituir una emoción, de devolverle peso y presencia a algo que creíamos ausente.

Cada objeto encontrado —una muñeca, una prenda, una lámpara, un cuaderno— tiene su propio lenguaje.
La materia, desgastada o dañada, se vuelve testimonio involuntario del paso del tiempo, y al mismo tiempo, una extensión de la memoria.
La fotografía actúa aquí como mediadora: no restaura el objeto, sino que lo revive a través de la mirada.
Al observarlo, lo que recordamos no es solo su forma, sino la sensación de haberlo tenido, de haber sido parte de su historia.

En cada imagen hay una intersección entre la pérdida y el reencuentro. Entre el silencio del tiempo y la voz que resurge cuando algo olvidado vuelve a mirarnos.
El objeto, en su fragilidad, nos devuelve a un lugar íntimo, donde las fronteras entre lo real y lo emocional se desdibujan. Y en ese punto, el pasado se hace tangible, aunque sea por un instante.

Este proyecto es, en definitiva, una exploración sobre cómo las cosas perdidas nos encuentran de nuevo. Sobre cómo, al hallarlas, no solo recuperamos el objeto, sino también una parte de nosotros que se había quedado esperándonos allí, en ese rincón polvoriento del tiempo.
No es una colección de cosas, sino de encuentros. De resonancias.
De esa materia leve que une la memoria con el presente, y que nos recuerda que lo que creíamos perdido sigue vivo, solo que en otro lugar.

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