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El salón concentra el corazón de la historia de un hogar.Las fotografías familiares, el calor del brasero, el eco persistente de la televisión, el polvo que se deposita sobre las cintas de vídeo. Un espacio acogedor y, a la vez, sobrecogedor. Demasiados recuerdos reunidos en un mismo lugar: en cada esquina, en cada objeto, en tantas reuniones compartidas, en tantas tardes de siesta y descanso.Todo eso pertenece ya al pasado. Sin embargo, los objetos permanecen aquí, en este lugar deshabitado, acumulando polvo y conservando, de algún modo, una última chispa de calor humano.

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